Cada año, siguen aumentado los accidentes en las manos. De los 1,4 millones de accidentes notificados, casi 500 000 son laborales; el 27 % de ellos causa bajas médicas. El 1,6 % de los accidentes en las manos dan lugar a discapacidades físicas. Las consecuencias humanas y económicas son catastróficas. La seguridad en el trabajo exige la máxima prevención y protección. Proteger las manos de los empleados constituye un importante reto.
Protección de las manos: un reto importante.
Las manos son la principal herramienta, esencial y frágil, del trabajador. La mano es un gran órgano sensorial con casi 2000 receptores táctiles en la yema de cada dedo, lo que la convierte en una preciada máquina humana con un incomparable sentido del tacto, gran precisión y destreza de movimiento, así como un agarre flexible. Ágil y resistente, la mano constituye una herramienta esencial de trabajo. No obstante, junto a las muñecas y los antebrazos, es una de las zonas más expuestas del organismo al ser utilizadas en la primera línea de muchos ámbitos de actividad: industria alimentaria, transporte, manipulación, etc. Los riesgos a los que se exponen las manos son especialmente peligrosos: abrasiones, cortes, quemaduras, perforaciones, salpicaduras de metal fundido o productos químicos. Pueden causar lesiones importantes con consecuencias más o menos graves: fracturas de hueso, dislocaciones, torceduras, heridas, quemaduras, infecciones, golpes violentos. Hay situaciones trágicas que acaban en amputaciones traumáticas de la mano o los dedos. Ante esta realidad, es fundamental anticiparse a los riesgos y proporcionar una protección eficaz de las manos. Llevar guantes de trabajo es una garantía de protección ante riesgos.
¿Cómo evitar riesgos y garantizar una buena protección de las manos?
Todo lugar de trabajo presenta riesgos para las extremidades superiores del cuerpo humano. Este hecho queda demostrado por el gran número de accidentes laborales relacionados con las manos. Por tanto, es importante que los empresarios identifiquen correctamente las causas de estos accidentes para mejorar su prevención. Por ejemplo, las máquinas con piezas móviles son el origen de situaciones peligrosas que no siempre se tienen en cuenta con la debida con antelación. Las herramientas calientes o frías, afiladas o cortantes, generan riesgos de congelación, quemaduras y cortes. La manipulación de sustancias químicas, que son especialmente tóxicas para la piel de las manos, provoca lesiones cutáneas irreversibles. Por tanto, todas las empresas deben registrar con precisión todos los tipos de accidentes en las manos para proporcionar a sus empleados el equipo de protección individual adecuado a los riesgos. Es imprescindible que los empleados reciban un programa de formación paralelo sobre el uso correcto de los guantes de protección y los procedimientos de seguridad implantados. Concienciar e informar a los trabajadores del nivel de peligro de sus puestos de trabajo reduce la exposición a los riesgos mecánicos, térmicos y químicos. Así como enseñarles a llevar correctamente sus equipos de protección individual y a utilizarlos con seguridad. Ponerse guantes de protección, aislantes y resistentes es un primer paso fundamental.
Elegir los guantes adecuados para una protección óptima
Los guantes de seguridad están regulados por normas europeas que ofrecen distintos niveles de protección en función de los riesgos implicados. Por tanto, es importante elegir el par de guantes de protección adecuado: un guante resistente al corte no tendrá las mismas características que un guante de protección contra el frío o calor. También varían los materiales (poliéster, nylon, fibras técnicas, …) y los acabados (sin costuras, reforzados, revestidos). Es importante consultar las normas sobre guantes y sus características para lograr una protección óptima de las manos.
El tamaño de los guantes es también crucial: si el guante es demasiado pequeño, no permitirá buen agarre al ajustarse demasiado a la palma y al dorso de la mano. Si son incómodos, no animan a ponérselos. Si son demasiado grandes, pueden soltarse al manipular un producto o atascarse en una máquina y llevarse la mano con ellos. Un buen guante de protección debe sentirse como una segunda piel hasta la punta de los dedos para tener buena destreza, comodidad y seguridad.